Historia de una portada: el arcabucero nº 61

El otro día leí en el interesante blog de Paul Pen, autor de la novela El aviso, el artículo que hacía referencia a las portadas de los libros.
Aprovechando esto, he recordado el proceso de diseño de la portada de El arcabucero nº 61 junto a Dianna M. Marques.
Fueron unos días de constantes correos electrónicos: mírate esto, cambia aquello, pon más luminosidad, ¿qué tal así?,...
La verdad es que es una tarea difícil de decidir, ya que como bien dice Paul Pen, el primer juicio que recibe un libro es por su portada. Pero a parte de buscar llamar la atención visual del lector, ha de transmitir cierta idea de la novela. En mi caso, tenía claro que tenía que ser algo referente a Yecla, pues el misterio se desarrolla en esta localidad de Murcia. Para ello contaba con una gran base de datos de José Casielles con magníficas fotos realizadas por este fotógrafo yeclano.
Se probaron varios modelos de fotos (todas ellas de José Casielles) hasta que finalmente escogimos la que es la actual portada.
Aquí os pongo los diferentes modelos que se manejaron. Como veréis había claro la temática de Yecla y la presencia de esas ruedas misteriosas.

Uno de los primeros diseños más parecidos al actual era este. Aquí no nos acababa de hacer la postura del arcabucero.

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La siguiente mezcla una foto de Yecla de noche con la figura del arcabucero. Demasiado recargada.

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Esta foto es preciosa. Me encanta. Y la portada, realmente, quedaba muy seria. Sin embargo, vimos que para alguien de Yecla si que identificaba con rapidez que eso era un arcabuz, pero un posible lector de Barcelona le creaba confusión.

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En esta portada se mezcló el paisaje de Yecla con la silueta de los arcabuceros. Demasiado oscura, algo que se arregló con la siguiente.

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 Como veis, se cambió de dirección la silueta de los arcabuceros y se puso más luz con unos puntos de brillo, creando un halo de misterio. Esta portada me gustaba mucho y estuve a punto de decidirme por esta. Sin embargo, podía ser una portada demasiado llena de contenidos y oscura.

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 Entonces, nos dimos cuenta que la foto original de las siluetas era de por sí muy sugerente. Daba información y al mismo tiempo la ocultaba. Mostraba pero no del todo. Esas sombras, esa niebla con las farolas,... En este primer diseño, las siluetas están a la derecha y las ruedas a la izquierda.

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Probamos de poner las ruedas en el mismo lado de las siluetas. Daba la sensación que se sobrecargaba el lado derecho, dejando demasiado libre el izquierdo, solo con la presencia de la farola. ¿Y si cambiamos de lado las siluetas?

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 Finalmente, encontramos el equilibrio: Las siluetas a la izquierda  el título centrado, finalizando con las ruedas que están a la derecha. El tono, la luminosidad, las proporciones, el clima,... todo cuadraba ahora. Así que esta fue la definitiva:

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Espero que os haya gustado ver la evolución de la portada. Como veis, es muy complicado transmitir visualmente aquello que quiere dar a conocer de tu novela sin llegar a decir mucho, pues de lo contrario puedes perder ese factor de intriga del lector. Dianna M. Marques hizo un gran trabajo de juego de luces y sombras, partiendo de la premisa que la foto de José Casielles era una maravilla. La suma de un buen fotógrafo y de una buena diseñadora facilita el trabajo.

Bueno, y ahora que habéis visto la evolución, ¿os ha gustado alguna, a parte de la actual? (os he puesto debajo de cada portada un número)

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