El diálogo
El diálogo literario mantiene un complejo equilibrio entre la lengua escrita y la hablada. Porque el diálogo debe participar de las dos:
- acercarse a la espontaneidad de la conversación hablada,
- pero sin caer por ello en los defectos que se producen naturalmente en la charla real.
Las cuatro funciones principales del diálogo son:
- Función rítmica: crear un ritmo fluido consiste en combinar con tino las tres formas de contar: descripción, resumen y escena.
- Función argumental: el diálogo que sirve para marcar los tiempos fuertes de la trama posee una función argumental que consiste en hacer avanzar la acción.
- Función informativa: en ocasiones el propio tono de la obra narrativa exige que sean los personajes los que hablen entre sí, los que nos cuenten su historia. Las inflexiones de su voz, sus gestos, aportan a veces más información sobre aquello que les sucede que cualquier explicación de un narrador.
- Función caracterizadora: por medio del diálogo podemos filtrar en el texto dos informaciones esenciales sobre los personajes:
- Sus características individuales.
- Sus características sociales.
La correcta construcción de los diálogos es fundamental para lograr la naturalidad. Para ello debemos seguir estas recomendaciones:
- Lograr que el diálogo sea verosímil y creíble.
- Usar el diálogo indirecto: tono de voz, gestos, mirada...
- Construir diálogos dinámicos.
- Evitar la repetición cacofónica del verbo "decir".
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