Reflexiones: Escribir, PRL y Kafka
Me gusta escribir. Me gusta la prevención de riesgos laborales. Así de sencillo. Si al escribir en un ordenador, mi yo prevencionista, me dicta sentarme bien y con buena iluminación, también puedo decir que al pensar en la prevención, mi yo narrativo, me recuerda que la PRL es un drama cuyos protagonistas luchan por sobrevivir ante las adversidades que se le presentan en las condiciones de trabajo. Digo drama, pues si quitamos todo aquello que requiere la PRL: documentos, protocolos, formaciones, etc.. nos queda el último escalón: el accidente. Es ahí donde está el drama, pues de accidentes hay leves pero también graves y mortales.
Mi yo narrativo y mi yo prevencionista se han dado la mano cordialmente y en mi mundo literario he incorporado la PRL como algo natural. Consciente o inconsciente (aquí podríamos hablar con Freud), mi objetivo ha sido dar una difusión igual de importante que sus consecuencias.
Sin embargo, no soy extraño en esto de la PRL y la literatura. Me encanta pensar que uno de los grandes escritores del siglo XX estuvo relacionado con la PRL.
Kafka trabajó en una agencia italiana de seguros de accidentes laborales (Assicurazione Generali). Luego entró en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia. Realizaba los informes de accidentes laborales, mostrando un gran conocimiento en seguridad laboral.
Las condiciones de los trabajadores de esa época era muy duras y precarias. Sus visitas a las fábricas le creaban un fuerte sentimiento de abatimiento por ver las condiciones laborales. Hay constancia de un comentario suyo a su amigo y editor Max Brod:
"Me ha quedado una sensación inmediata de sufrimiento apenas concebible que debe soportar la clase obrera".
Por lo visto, Kafka fue atacado por los empresarios al proponer medidas de prevención que frenaban la productividad. Por lo visto, uno de esos empresarios llegó a decir que la mejor protección contra cualquier accidente era tener la mente y los ojos en el trabajo (gran medida preventiva!).
De los informes que quedan de Kafka, se desprende un alto conocimiento de las medidas de seguridad, una alta implicación en mejorar las condiciones laborales y una fuerte desazón por los obstáculos que encontraba la PRL.
Era tal su lucha, que intervino en el diseño de equipos de protección, tanto para maquinaria como para trabajadores (diseño un sistema de seguridad para máquinas de cepillado de madera e inventó un caso de seguridad por el que recibió la Medalla del Congreso Americano de Seguridad).
En un artículo de MuyInteresante leo un estudio de la Universidad British Columbia y la Universidad de California, que concluye que leer a Kafka estimula el cerebro. La clave, parece ser, está en el surrealismo.
Según explican: "las personas nos sentimos incómodas cuando las asociaciones que esperábamos resultan violadas, y eso crea un deseo inconsciente de dar sentido a lo que nos rodea". Esa sensación incómoda puede venir de una historia surrealista y "nos incita a aprender nuevos patrones cerebrales, a desarrollar una mayor capacidad de aprendizaje".
¿A caso quería Kafka transmitirnos ese surrealismo de la PRL que le tocó vivir? Ver que las condiciones laborales se podían mejorar y así evitar accidentes y así mejor la secuencia de producción, mientras que los empresarios se quejaban de las medidas implantadas por poner obstáculos en la producción.
Al leer El castillo no he podido pensar en K, el personaje principal, como un técnico de prevención. K es enviado a un pueblo para trabajar como agrimensor, pero nunca llega a acceder a las autoridades del castillo, donde debe ejercer. La novela nos muestra la absurdidad de la burocracia y la frustación por no llegar jamás a incorporarse al sistema.
¿Es esa frustración la que sentía Kafka por sentir que la PRL no era capaz de incorporarse a un sistema industrializado donde solo primaba los beneficios?
¿Y qué decir de la Metamorfosis? Gregorio, de 23 años, es un comercial que mantiene a su hermana y sus padres. Una mañana, se despierta convertido en un gran insecto. Ahora Gregorio no puede ir a trabajar, obligando a su madre y hermana a ir a trabajar. ¿Es ese el reflejo de los accidentados laborales? Ese levantarse una mañana y verse incapacitado para ejercer tu trabajo. Y Kafka nos muestra el lado más cruel: la familia. Todo cambia, incluso el trato a Gregorio.
Yo he escrito varios relatos cortos relacionados con la PRL. He querido ser más ilustrativo en cuanto todas las dificultades que entraña la profesión y con un tono más cómico (siempre desde el respeto de lo que supone un accidente de trabajo).
Y en mi primer novela autopublicada, El arcabucero nº 61, el protagonista es un técnico de PRL.
Mi meta no es otra que divulgar la PRL a través de mi pasión por la escritura.
Mi yo narrativo y mi yo prevencionista se han dado la mano cordialmente y en mi mundo literario he incorporado la PRL como algo natural. Consciente o inconsciente (aquí podríamos hablar con Freud), mi objetivo ha sido dar una difusión igual de importante que sus consecuencias.
Sin embargo, no soy extraño en esto de la PRL y la literatura. Me encanta pensar que uno de los grandes escritores del siglo XX estuvo relacionado con la PRL.
Kafka trabajó en una agencia italiana de seguros de accidentes laborales (Assicurazione Generali). Luego entró en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia. Realizaba los informes de accidentes laborales, mostrando un gran conocimiento en seguridad laboral.
Las condiciones de los trabajadores de esa época era muy duras y precarias. Sus visitas a las fábricas le creaban un fuerte sentimiento de abatimiento por ver las condiciones laborales. Hay constancia de un comentario suyo a su amigo y editor Max Brod:
"Me ha quedado una sensación inmediata de sufrimiento apenas concebible que debe soportar la clase obrera".
Por lo visto, Kafka fue atacado por los empresarios al proponer medidas de prevención que frenaban la productividad. Por lo visto, uno de esos empresarios llegó a decir que la mejor protección contra cualquier accidente era tener la mente y los ojos en el trabajo (gran medida preventiva!).
De los informes que quedan de Kafka, se desprende un alto conocimiento de las medidas de seguridad, una alta implicación en mejorar las condiciones laborales y una fuerte desazón por los obstáculos que encontraba la PRL.
Era tal su lucha, que intervino en el diseño de equipos de protección, tanto para maquinaria como para trabajadores (diseño un sistema de seguridad para máquinas de cepillado de madera e inventó un caso de seguridad por el que recibió la Medalla del Congreso Americano de Seguridad).
En un artículo de MuyInteresante leo un estudio de la Universidad British Columbia y la Universidad de California, que concluye que leer a Kafka estimula el cerebro. La clave, parece ser, está en el surrealismo.
Según explican: "las personas nos sentimos incómodas cuando las asociaciones que esperábamos resultan violadas, y eso crea un deseo inconsciente de dar sentido a lo que nos rodea". Esa sensación incómoda puede venir de una historia surrealista y "nos incita a aprender nuevos patrones cerebrales, a desarrollar una mayor capacidad de aprendizaje".
¿A caso quería Kafka transmitirnos ese surrealismo de la PRL que le tocó vivir? Ver que las condiciones laborales se podían mejorar y así evitar accidentes y así mejor la secuencia de producción, mientras que los empresarios se quejaban de las medidas implantadas por poner obstáculos en la producción.
Al leer El castillo no he podido pensar en K, el personaje principal, como un técnico de prevención. K es enviado a un pueblo para trabajar como agrimensor, pero nunca llega a acceder a las autoridades del castillo, donde debe ejercer. La novela nos muestra la absurdidad de la burocracia y la frustación por no llegar jamás a incorporarse al sistema.
¿Es esa frustración la que sentía Kafka por sentir que la PRL no era capaz de incorporarse a un sistema industrializado donde solo primaba los beneficios?
¿Y qué decir de la Metamorfosis? Gregorio, de 23 años, es un comercial que mantiene a su hermana y sus padres. Una mañana, se despierta convertido en un gran insecto. Ahora Gregorio no puede ir a trabajar, obligando a su madre y hermana a ir a trabajar. ¿Es ese el reflejo de los accidentados laborales? Ese levantarse una mañana y verse incapacitado para ejercer tu trabajo. Y Kafka nos muestra el lado más cruel: la familia. Todo cambia, incluso el trato a Gregorio.
Yo he escrito varios relatos cortos relacionados con la PRL. He querido ser más ilustrativo en cuanto todas las dificultades que entraña la profesión y con un tono más cómico (siempre desde el respeto de lo que supone un accidente de trabajo).
Y en mi primer novela autopublicada, El arcabucero nº 61, el protagonista es un técnico de PRL.
Mi meta no es otra que divulgar la PRL a través de mi pasión por la escritura.
Os dejo un relato corto de Kafka, en que os podéis poner en el lugar del patrón y que el sirviente os pregunte: "¿Así que usted conoce su meta?"
LA PARTIDA
Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fuí al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo, y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta, y le pregunté al sirviente qué significaba. El no sabía nada, y escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó: "¿A dónde va el patrón?" "No lo sé", le dije, "simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta". "¿Así que usted conoce su meta?", preguntó. "Sí", repliqué, "te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta".
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