Entrevista a Carmen Conde
Carmen Conde, nacida en Barcelona y con raíces gallegas, es profesora de primaria y una apasionada de la escritura. Lleva ya en su haber dos novelas: Para morir siempre hay tiempo (leer aquí la reseña) y, la recién publicada, La escritora.
Agradecer a Carmen su disposición a realizar la entrevista. Carmen emana una gran pasión por la literatura y la escritura.
Al escribir, ¿papel u ordenador?
Las dos cosas. Me gusta apuntar
ideas en libretas Moleskine (tengo de casi todos los colores) aunque luego, al
pasarlas al ordenador, pocas veces las respeto. Y cuando se trata de diálogos o
escenas completas, escribo un esbozo a mano aunque siempre lo desarrollo en el
ordenador.
¿Todo planificado, estructurado,
pensado o dejando libertad a la improvisación?
Casi nada planificado. Antes lo
intentaba, pero ya hace tiempo que decidí que es mi forma de escribir y,
además, es como más disfruto. Es mucho más fácil cometer equivocaciones pero el
momento escritor tiene un punto de aventura que me encanta. Pienso: ¿adónde iré
a parar hoy?
¿Un lugar concreto para escribir
o cualquier sitio es bueno?
Tengo una habitación de estudio
con su librería y un ordenador fijo, pero mi hijo es su dueño y señor. Así que
me toca ir al comedor a escribir con el portátil. Tampoco me importa, escribo de
cualquier manera, hasta con alguien al lado mirando un partido fútbol en la
tele.
¿Con música o en silencio?
Ni de una forma ni de la otra. No
me pongo música pero no estoy en silencio. Por el comedor pasa todo el mundo,
me preguntan cosas, la verdura hierve en la cocina y voy a vigilarla…
¿En cualquier momento o a una
hora determinada del día?
Soy maestra de primaria y trabajo
hasta las 16:30. Luego viene la segunda jornada, la del ama de casa que,
además, corrige exámenes, programa… Escribo a última hora del día y, sobre
todo, durante las vacaciones de verano.
¿Qué aparece primero en la
inspiración: la historia o los personajes?
El personaje. Además, es femenino
y siempre tiene sus singularidades. Julia Irazu es adicta a los medicamentos y
Lucrecia Vázquez sufre el síndrome de Gilles de la Tourette. ¿Por qué las elijo
así? Tengo mis razones, no es una elección al azar.
¿Qué presenta más complicaciones
como narrador, la primera o la tercera persona?
Escribí un par de novelas
juveniles y utilicé la primera persona. Sin embargo, en todas las demás novelas
utilizo la tercera porque me gusta tomar distancia del personaje principal.
Muchas veces, mi protagonista piensa cosas que prefiero que el lector no sepa.
Y la tercera persona es ideal para eso.
Para describir correctamente una
época o un lugar es necesaria una fase de documentación. ¿Cómo la valoras?
Admiro a la gente que se
documenta y ambienta sus novelas en un tiempo pasado. Yo, la verdad, no me lo
planteo porque no tengo conocimientos de historia y tampoco tiempo para
documentarme. Quizá, más adelante…
¿Alguna manía, superstición o
fetiche al escribir?
Las libretas Moleskine. Además de
contener todos mis apuntes respecto a la novela, la utilizo como una especie de
bitácora. Incluyo pensamientos y estados de ánimo. Hace la función de
psicólogo.
Hay actores que dicen que nunca
se ven las películas que hacen. En tu caso, una vez publicada la novela, ¿la
lees como un lector más?
No. Quedo tan harta de las
revisiones que ya no la quiero leer más.
¿Cambiarías algo de tus libros ya
publicados? ¿Algún detalle, alguna frase, algún personaje?
No. Tal vez, hoy en día no
volvería a escribir esas novelas, pero recuerdo lo mucho que disfruté en su
momento. Con La escritora las
críticas han sido muy positivas, de lo que me alegro. Respecto a Para morir siempre hay tiempo, recibí
alguna crítica negativa de su protagonista, Julia Irazu. Entiendo que a alguien
le pueda parecer un personaje poco empático, insoportable incluso. Pero yo
adoro a Julia Irazu, no puedo evitarlo. No le cambiaría ni una coma.
Para leer, ¿libro en papel o
electrónico?
Libro de papel. Siempre.
¿Proyectos?
Estoy enfrascada en una novela
ambientada en un pueblecito de Galicia. Aunque nací y vivo en Barcelona, mis
padres son gallegos de aldea y Galicia forma parte de mi cultura. Además, en
esta novela les rindo un homenaje. Algunas anécdotas que salen en la historia
son ciertas. Historias durísimas de la posguerra. Mi padre nunca fue a la
escuela y pasó hambre. Mi madre fue un poquito, nueve meses, lo justo para
aprender a leer, a escribir y las cuatro reglas. Y aunque no pasó hambre, siempre
comía caldo. Y como mis padres, mis tíos y tantos y tantos gallegos. Mis padres
son casi analfabetos y mi hermano y yo hemos ido a la universidad. Es que lo
pienso y se me saltan las lágrimas. Son unos héroes.
Un libro para llevar a una isla desierta.
Uf. Diré uno aunque no hay un
libro que cumpla todas mis expectativas lectoras. Bueno, va, El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
¡Muchas gracias Carmen por responder a mi entrevista!
¡Muchas gracias a ti por esta
gran entrevista!
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