Anecdota: sueño productivo

Anécdota relatada por Stefan Zweig


A veces puede ocurrir tu momento de creatividad te absorba de tal manera que te sumerjas en la trama como si fuera la realidad. Aquí va esta curiosa anécdota del escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850)

Cierto día, un amigo de Balzac entró sin anunciarse en el estudio de éste. Balzac, quien a la sazón estaba trabajando en una novela, dio media vuelta, se levantó de golpe, tomó al amigo del brazo en un estado de suprema excitación y exclamó con lágrimas en los ojos "¡Qué horror! La duquesa de Langeais ha muerto". Su visitante lo miró perplejo. Conocía bien la sociedad de París, pero nunca había oído hablar de la duquesa de Langeais, y en realidad tampoco existía una duquesa con ese nombre; no era sino una de las figuras de la novela de Balzac, quien, en el instante de entrar el amigo, describía la muerte de aquélla. Tenía esa muerte tan presente como si la hubiera visto con sus propios ojos, y aún no había despertado de su sueño productivo. Sólo cuando se apercibió de la sorpresa de su visitante, se dio cuenta de que se hallaba nuevamente en otro mundo, en el de la realidad.

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