Que tu novela no sea un alambre

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Muchos te dirán que una novela ha de entretener, pasar el rato o incluso aportar información. Todo esto es un complemento, porque lo que realmente ha de hacer es emocionar.
¿A qué se debe el título del post? Me remito a un famoso estudio que me explicaron cuando estudié psicología. El psicólogo Harry Harlow quiso demostrar como es más importante el cariño que cualquier otra necesidad básico, incluso la de alimentarnos.
El estudio se hizo con 8 crías de mono en jaulas separadas. En cada jaula había dos modelos de madres: una hecha con tela y la otra con alambres. Pero esta no era la única diferencia. La de alambre ofrecía alimento: tenia un dispositivo en la altura del pecho en el que la cría podía beber leche. Por contra, la de tela no lo tenía. 
Resultado: las crías pasaban el mayor tiempo con las de tela y solo se separaban para ir a beber a la de alambre. Y las crías preferían aquellas madre de tela que desprendían calor de las que no.
En otra situación, mientras las crías estaban deambulando, se emitía un ruido fuerte, provocando que las crías se asustaran y fueran a cobijarse a una de las madres. ¿Cuál? La de tela.
Por ello, procura que tu novela no sea un alambre. Que se limite a explicar una historia o, en caso de novela histórica, a dar unos datos muy interesantes. Sí, el lector dirá: "uy, cuánto he aprendido", pero necesita algo más. Se necesita es efecto de la tela, esa capacidad de generar una emoción. 
En el caso del estudio, los monos buscan el afecto, el amor. Una novela no solo se limita a provocar estas emociones. Darwin, en 1873, escribió "La expresión de las emociones en los animales y en el hombre", en la que definió emociones básicas:

- Alegría
- Sorpresa
- Tristeza
- Miedo
- Ira
- Asco
- Desprecio

Fijaros si hay posibilidades. Todo esto se puede generar a través de nuestro relato, las vivencias de los personajes, los lugares, los recuerdos, las decisiones que toman, los obstáculos que van sorteando. 
A mi parecer, en mi primera novela, El arcabuces nº 61, me faltó un poco potenciar este aspecto. Creo que estaba muy bien documentada y estructurada pero era más alambre. Sin embargo, en la segunda, La fórmula Terradas, me decidí a trabajar más los personajes, darles preocupaciones y problemas que hicieran que el lector tuviera sorpresa, tristeza, tristeza, miedo. 
La trama en sí misma puede también generar sorpresa o miedo, pero si está bien dosificada y aparece en el momento adecuado.
E incluso, con solo una frase, puedes crear una emoción en el lector.
Por eso, hay que procurar que nuestra novela no sea un alambre, que contenga algo que nos atraiga emocionalmente.

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